Aunque se demore más llámeme "Doctor"
¿No les pasa que al escuchar que
una persona le diga doctor a otra sin saber que de verdad lo es, les pueda llegar a
molestar? Pues, a mí sí.
Lo que pasa es que en Colombia hay
más doctoritis que doctores. De
acuerdo con el Consejo Nacional de Acreditación, en el 2007 había 584 doctores
graduados en el país, la gran mayoría en los últimos cuatro años, frente a
Chile, que gradúa 600 por año –con la tercera parte de nuestra población–,
2.700 en México, y más de 11.000 en Brasil. Según la Oecd, Suiza tiene 452
doctores por cada millón de habitantes, Estados Unidos 209, España 165, México
33 y Chile 23. El colombiano promedio tiene la manía de llamar doctor a quien
realmente no lo es, a veces por desconocimiento y otras veces, en la mayoría,
porque le toca, claro, porque el término se le atribuye a todo el mundo: al
funcionario que atiende una ventanilla, al que pone un sello en un documento,
al que atiende detrás de un escritorio, al que firma un papel y, en muchos
casos, al jefe. En este país los doctores no son tantos.
Las raíces de esta costumbre, según
los historiadores, hay que buscarlas en la educación impartida por los
españoles a su llegada al continente, en los títulos que hasta hace unos años
entregaban las universidades y en las ganas de aparentar de los colombianos,
tan chéveres nosotros ¿No? Es que ni siquiera acá, en la Costa Caribe, donde
los habitantes se caracterizan por la informalidad en el trato, se escapa de
esta enfermedad.
Para el historiador Antonio Cacua
Prada, miembro de la Academia Colombiana de Historia, el uso del término doctor
está relacionado con el origen de la educación en el país, eminentemente
española, y con las primeras universidades. Según él, los títulos que
entregaban estos centros de estudios superiores era el de doctores. Todos los
que salían de la universidad eran doctores en ingeniería, leyes,
jurisprudencia, economía o medicina, por lo que se empezó a volver tradicional
llamar doctor a todos los profesionales. Pero luego, con la creación del
Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior (Icfes) en 1968,
los profesionales empezaron a ser llamados de acuerdo con el título de la
carrera que estudiaron, mientras el doctor se aplicaba solo en caso de
doctorado, afirma Cacua.
Hay que aclara algo antes de darle
ese grado a cualquier persona, según el Diccionario de la Real Academia de la
Lengua, doctor es la persona que ha recibido el último, y preeminente, grado
académico que confiere una universidad u otro establecimiento autorizado para
ello. Esto excluye a los médicos, que son doctores, aunque no hayan obtenido
doctorado alguno. Para alcanzar este título se necesitan entre tres y cinco
años de estudios en los que el aspirante, más que repetir teorías o llenar
papeles de fórmulas complejas, debe demostrar que está en capacidad de hacer un
aporte original al conocimiento, ojo: debe
demostrar que está en capacidad de hacer un aporte original al conocimiento.
Recuerde: solo es doctor quien ha
recibido el último grado académico que confiere una universidad nacional o
extranjera. Y que, por lo mismo, no cualquiera alcanza ese grado del
conocimiento.
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